jueves, 28 de febrero de 2013

Anécdota de metro


Unos lo conducen, otros lo cogen y otros se tiran.


Hay muchos instantes en la vida y si te paras a pensar, podemos llegar a suprimir algunos de estos o hacer, al menos, que no ocurran. Solución: quedarse sentado, en mi caso, sería una buena idea. El caso es que me gusta vivir esa serie de situaciones inesperadas, que te hacen sudar, reír, llorar... en las que uno no cree hasta que le suceden.

El otro día salí un poco más tarde que de costumbre de la universidad. Creo que si hubiese salido a la hora esto que estoy explicando ya no lo podría explicar. Bajaba las escaleras del metro con un compañero de clase decidios a coger el metro. Cuando nos quedaban 7 peldaños para llegar al andén, empezó una cuenta atrás."Un teléfono móvil resbala de las manos de una mujer. Una mujer mas bien oriental. El móvil cae en la vía. Menos de un minuto para el próximo tren, marca el marcador digital de la estación. Vamos por el cuarto peldaño. La mujer se inclina, se agacha, no mira e intenta cogerlo. Vamos por el tercer peldaño. Me miro a mi compañero. Ojos como platos. Ya no sé por qué peldaño vamos. La mujer nos mira, nos hace señas, se tira. Carpetas, chaquetas, bufandas y hojas salen volando de nuestras manos. Menos minutos de los minutos que marcaba el marcador hacía segundos. Me arrodillo, me quedo en blanco. Mi compañero la coge, la estira. La mujer insiste con señas. Quiere su carrito de la compra.Ahora no, mujer. No ve que le estamos salvando la vida? Peso pluma me dice mi amigo. Yo si que ya no tengo plumas, le respondo... Chino chano, y núnca mejor dicho, se va la mujer con su tecnología entre manos.




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